El 30 de octubre de 2020, se produjo un terremoto de magnitud 7,0 en la costa egea entre Turquía y la isla griega de Samos. Su epicentro se localizó frente a la provincia de Esmirna, Turquía, con una profundidad estimada entre 10 a 16 kilómetros de profundidad y se sintió en las ciudades de Estambul y Atenas. Dejó más de 119 muertos y mil heridos. 

El sismo produjo 700 réplicas y un pequeño tsunami en la ciudad costera turca de Seferihisar, que inundó muchos comercios situados en el paseo marítimo y las vías más cercanas a la costa. Este evento es considerado uno de los terremotos más devastadores y de mayor magnitud durante décadas; siendo, lamentablemente, superado por el Terremoto de Türkiye y Siria de 2023 (M 7,8).

Diferentes estudios determinaron que la liberación de energía en este punto fue ocasionada por una tensión de extensión a lo largo de una falla normal de impacto y dicho movimiento ocasionó una ruptura de la corteza en la falla y dio inicio al tsunami. 

Turquía y Grecia se encuentran ubicadas en una de las fallas geológicas más activas del mundo, por ello los terremotos son comunes en ambos países.

Eventos como éste no recuerdan que la planificación es la mejor herramienta para hacer frente a los terremotos y tsunamis; la prevención es la clave. Durante el sismo, debe mantener la calma y cubrirse debajo de una superficie estable. Después de un terremoto, tome precauciones.

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