Prensa Funvisis (03.02.2020).- A las 3:30 de la tarde del 3 de febrero de 1610 ocurrió un terremoto de magnitud estimada 7,0 que afectó fuertemente a las poblaciones de Bailadores y La Grita del estado Táchira, convirtiéndose en uno de los más significativos de la historia sísmica del occidente de Venezuela. Ocurrió en el día de San Blas y de allí se deriva su nombre popular: Terremoto de San Blas.

La mayor parte de la información histórica que existe acerca de este evento está contenida en una crónica escrita dos años después del terremoto por el Fraile Pedro Simón, quien no fue testigo presencial de lo ocurrido pero visitó la región afectada en 1612 y transcribió los testimonios de pobladores del lugar y los efectos en estructuras que pudo observar por si mismo a lo largo de su travesía.

Según su relato, los efectos de este sismo fueron especialmente notables en dos lugares: la población de La Grita (razón por la que también se le conoce como Terremoto de La Grita por los académicos que le estudiaron posteriormente) y el valle del río Mocoties, sitios donde ocasionó la muerte de más de 60 personas y detonante de un alud sísmico que afectó el lugar donde actualmente se encuentra la población de La Playa, mejor conocido como el valle de Bailadores.

El volumen del alud fue estimado entre 15 y 20 millones de metros cúbicos en el flanco sur del páramo de Mariño, cerca de Bailadores. Los estudios de las intensidades y las pruebas encontradas en una trinchera que atraviesa la falla de Boconó, al norte de La Grita, han identificado la falla de Boconó como causante de este sismo. Otros investigadores han calculado la magnitud de este evento en 7,1 a 7,3. Son elementos que constituyen la investigación de eventos históricos que no cesan en su interés de conocer la exactitud de las variables que describen los terremotos.

El Fraile Pedro Simón, en su crónica, citó varios testimonios que recogen el impacto del terremoto en la población: “… casi ninguna persona pudo dar paso adelante ni atrás del lugar donde se halló, cuando comenzó con tanta fuerza a moverse la tierra en todas partes, que hacía oleaje (…) los molinos se hundieron, los ríos y quebradas se secaron (…) embebiéndose el agua en las aberturas de la tierra que se hicieron con el temblor en sus madres (…) y el siguiente día crecieron (…) en el valle de los Bailadores (…) voló la mitad de un valentísimo cerro, como si fuera de pluma, y (…) quedó plantado en la mitad del valle…”.

Este evento marcó la historia del occidente venezolano  y nos recuerda que el país se encuentra en un contexto geodinámico importante y complejo por la interacción entre la placa del Caribe y la Suramericana, lo que origina actividad sísmica en el territorio nacional. Desde la Fundación Venezolana de Investigaciones Sismológicas (Funvisis) se exhorta a la población venezolana a promover la cultura sísmica con el objetivo de reducir la vulnerabilidad de nuestras edificaciones y estructuras, ya que los sismos son eventos que se producen sin previo aviso, motivo por el cual debemos estar preparados para afrontarlos.

La planificación es la mejor herramienta para hacerle frente a los terremotos; la prevención es la clave. Durante el sismo, se sugiere mantener la calma, buscar la protección personal y la de los suyos siguiendo las mejores prácticas. Después de un temblor, es fundamental tomar precauciones.

Funvisis invita a descargar, desde su cuenta twitter @Funvisis, la colección completa de iconografías que ilustran qué hacer antes, durante y después de un terremoto; así como mantenerse bien informado visitando su página web www.funvisis.gob.ve.