SISMICIDAD Y PREVENCION SISMICA EN LOS ANDES VENEZOLANOS
Raúl Estevez(1) y Jaime Laffaille(2)
(1) Expositor, Laboratorio de Geofísica, Universidad de los Andes, Mérida, Venezuela.
(2) Fundación para la Prevención del Riesgo Sísmico del Estado Mérida FUNDAPRIS
 

RESUMEN 

La tectónica de la región andina y costera de Venezuela pareciera estar controlada, fundamentalmente, por el movimiento de la Placa del Caribe en sentido este con respecto a la placa Suramericana. La frontera entre ambas placas, en los Andes Venezolanos, está definida por la Zona de Fallas de Boconó, orientada aproximadamente en dirección N45°E y expuesta unos 500 km a lo largo de la parte central de esta cadena montañosa. Grandes terremotos, inclusive de magnitud 8 (Richter), han ocurrido a lo largo de toda su longitud en tiempos históricos y recientes, y el análisis de sus mecanismos focales es consistente con un movimiento rumbo-deslizante lateral derecho y una dirección aproximada de compresión este-oeste. La distribución espacio-temporal de la sismicidad indica una actividad más intensa hacia el extremo suroeste de la zona de fallas, donde la mayoría de los grandes terremotos han ocurrido. A lo largo de la falla principal la mayoría de los terremotos son eventos superficiales con profundidad promedio de unos 15 km. Las profundidades tienden a incrementarse hacia sus flancos noroeste y sureste, alcanzando profundidades que llegan a superar los 40 km y donde los estudios de mecanismos focales arrojan resultados consistentes con fallamiento inverso y fallas de compresión. Períodos de Retorno de 135-460 años para magnitudes M=8, de 45-70 años para magnitudes M=7 y de 7-15 años para magnitudes M=6 han sido estimadas usando como base de datos los eventos reportados en la región occidental de Venezuela desde 1.590 hasta el presente. Los estudios históricos e instrumentales indican que la Zona de Fallas de Boconó debe ser clasificada como muy activa, lo cual es corroborado por estudios recientes de paleosismicidad, cuyos resultados arrojan periodos de retorno del orden de 200 años para eventos de magnitud 7. 

En Mayo de 1979 el gobierno regional del Estado Mérida creó la Comisión Especial de Asesoría para la Prevención del Riesgo Sísmico (CEAPRIS), con el objeto de asesorar a los organismos oficiales, públicos y privados en materia de prevención y mitigación del riesgo sísmico. Este organismo fue concebido como una comisión sin fines de lucro, integrada por representantes de organismos públicos y privados relacionados con la materia y por especialistas voluntarios, profesores universitarios en su mayoría, profesionales en libre ejercicio y docentes de la educación primaria y media. En el año 1993 CEAPRIS se transformó en una Fundación (FUNDAPRIS), con las mismas características de la anterior Comisión, pero con personalidad jurídica propia y mayor autonomía económica y operativa. Desde su creación como CEAPRIS, FUNDAPRIS ha organizado su actividad en cuatro áreas principales: Educación y Capacitación, Construcción y Desarrollo Urbano, Estudio y Zonificación de Amenazas Naturales y Manejo de Emergencias Sísmicas. En el área de Educación y Capacitación, se han implementado programas de prevención sísmica en la educación básica, que han permitido adiestrar a un gran porcentaje de los directivos, docentes y alumnos de todo el estado. También se han organizado cursos especializados y talleres de entrenamiento en la materia para ingenieros, arquitectos, maestros de obra, médicos y personal paramédico, grupos voluntarios de rescate, asociaciones de vecinos, etc. En materia de Construcción y Desarrollo Urbano, existen programas que han permitido la evaluación pre-sísmica y, en algunos casos, el reforzamiento de un número considerable de edificaciones esenciales, así como de viviendas populares en todo el estado. La subcomisión de Estudio y Zonificación de Peligros Naturales ha producido una serie de mapas y bases de datos computarizados donde las amenazas naturales, asociadas a las ciudades más importantes de la región y sus alrededores, se caracterizan, zonifican y detallan. 

Finalmente, el objetivo central de la Subcomisión de Manejo de Desastres Sísmicos es colaborar y aportar información útil a la elaboración de planes de emergencia capaces de enfrentar con éxito un gran terremoto en la región y contribuir a la capacitación técnica de los profesionales y voluntarios encargados de atender tales emergencias. 

Un quinto fente, o área de trabajo de FUNDAPRIS lo constituye la Red Sismográfica de Los Andes Venezolanos (REDSAV), operada por la Universidad de Los Andes con la colaboración del Ejecutivo del Estado Mérida, que cuenta con once estaciones remotas ubicadas estratégicamente con el fin de registrar la actividad sísmica de cualquiera de las múltiples fallas geológicas que surcan la región. 

LA FALLA DE BOCONO 

Como consecuencia del paradigma de la Tectónica de Placas, el extremo sur del Mar Caribe ha sido definido como la frontera entre las Placas del Caribe y la Suramericana (Molnar y Sykes, 1969). En el presente esta frontera está definida por el sistema de fallas Boconó-Morón-El Pilar (Rod, 1956; Schubert, 1981, 1984) y otras zonas de fallas, sumergidas y expuestas, al norte de Venezuela (Schubert, 1988; Schubert y Krause, 1984). Este sistema de fallas corta y desplaza el extremo oeste de las montañas del Caribe, lo que sugiere que su desplazamiento rumbo-deslizante comenzó en tiempos geológicos recientes, posiblemente a partir del Terciario tardío. 

Geomorfológicamente, la Falla de Boconó se manifiesta por una serie de valles alineados, depresiones lineales y otros rasgos alineados en un corredor de 1 a 5 km de ancho, orientado, aproximadamente, en dirección N 45° E y a lo largo de unos 500 km en la parte central de los Andes Venezolanos, entre la depresión del Táchira y el Mar Caribe. Al este de Morón, a lo largo de la costa del Caribe, ella se continúa en las fallas de Morón y El Pilar. Hacia el suroeste, termina en una serie de corrimientos y fallamientos inversos en la depresión del Táchira, al extremo norte de la Cordillera Oriental de Colombia. Es la mejor conocida de todas las fallas de Venezuela porque fué una de las primeras en ser reconocida (Rod, 1956), posee una fuerte expresión topográfica y está claramente expuesta a todo lo largo de su extensión. Su movimiento rumbo-deslizante se refleja, principalmente, en el desplazamiento de estructuras pleistocenas. La mayoría de los grandes terremotos ocurridos en tiempos históricos en el occidente de Venezuela, han sido asociados con movimentos de este corredor de fallas. Aunque algunos autores han postulado un desplazamiento principal en sentido normal a lo largo de la Zona de Fallas de Boconó (Shagam, 1972, 1975; Giegengack et al., 1976) y solo movimientos menores rumbo-deslizantes, más recientemente, un detallado estudio de evidencias neotectónicas a lo largo de toda su extensión (Schubert,1980a, 1982, 1984) ha revelado la existencia en esta zona de grandes cuencas cenozóicas (cenozóico tardío) de tracción (pull-appart basins), en las cuales, sin embargo, se pueden evidenciar grandes desplazamientos locales verticales (normales), separados por estrechos segmentos de fallas, con un claro desplazamiento de rumbo lateral-derecho. 

El análisis y el modelaje sísmico sugieren que la Falla de Boconó puede ser parte de una frontera de placas desde hace aproximadamente 5 millones de años (Dewey, 1972). La oblicuidad de la Falla de Boconó en relación al rumbo de los Andes Venezolanos y el hecho de que ella corta y desplaza provincias geológicas de origen y edad diferentes (Cordillera de los Andes y del Caribe) sugiere que es una estructura externa a esos sistemas, que fué incorporada a la frontera entre las placas del Caribe y Suramérica en un pasado geológico relativamente reciente. El análisis de los mecanismos focales de terremotos recientes es consistente con un desplazamiento predominantemente lateral-derecho, profundidades focales generalmente menores de 35 km e indica una dirección aproximada de compresión este-oeste (Folinsbee, 1972; Dewey, 1972; Fernandez et al., 1977). 

SISMICIDAD 

El registro histórico de la sismicidad en Venezuela comienza, aproximadamente, en 1590, despues de la llegada de los primeros colonizadores españoles. En la zona andina se puede hablar de que esta historia comienza en el año de 1.599, con el reporte de un terremoto que sacudió a La Grita y otros pueblos de Mérida. El siguiente evento de que se tiene noticias ocurrió en 1.610, cuando los cronistas reportaron detalles de un terremoto desastroso al cual se le asignó, de acuerdo con estudios recientes de la distribución de daños e intensidades sísmicas, una magnitud de 7.3 grados en la escala de Richter. Desde ese entonces hasta la presente fecha han ocurrido en la zona al menos otros 7 eventos sísmicos de características destructoras en los años de 1.644, 1.775, 1.812, 1.834, 1.845, 1.894 y 1.932. Entre ellos destaca el ocurrido en el año de 1.812, en plena gesta independentista de Venezuela. Sin embargo, debido a la escasa población existente hasta épocas relativamente recientes, la historia sísmica del país es bastante incompleta, ya que sólo alcanzaron a registrarse los eventos más grandes. Este registro muestra una secuencia de terremotos de moderados a grandes, que ha sido resumida por varios autores (Febres-Cordero, 1931; Centeno-Grau, 1940; Fiedler, 1961; Cluff y Hansen, 1969; Dewey, 1972; Grases, 1980). 

El mayor terremoto (magnitud Richter promedio 8) registrado en Venezuela ocurrió el 26 de Marzo de 1812. Este evento destruyó las ciudades más importantes situadas a lo largo de la Zona de Fallas de Boconó, desde Mérida hasta Caracas, cubriendo una distancia de aproximadamente 600 km. Alrededor de 26.000 personas murieron, lo que representaba entre 5% y el 10% de la población total de Venezuela para la época. La concentración de los daños a lo largo de un corredor paralelo al eje de los Andes Venezolanos y su prolongación por la costa del Caribe, claramente sugiere que este terremoto ocurrió en un segmento de la zona de fallas de Boconó. A partir del daño reportado, especialmente en las ciudades de Mérida, San Felipe-Barquisimeto y Caracas, inicialmente se pensó que éste fué un evento multifocal con epicentros cerca de esas ciudades (Fiedler., 1961). Esta hipótesis, sin embargo, fué posteriormente cuestionada por Cluff & Hansen (1969), y más recientemente, por Aggarwal (1983), quienes consideran que se trató más bien de un solo evento con una ruptura de falla que se extendió desde el epicentro, cerca y al suroeste de Mérida, hasta Caracas, cubriendo así una distancia similar a la del gran terremoto de 1906 en la Falla de San Andrés (California, USA). 

El último gran terremoto registrado en los Andes Venezolanos fué el evento de magnitud 7 ocurrido el 26 de Abril de 1894, con un epicentro también cercano y al suroeste de Mérida. En esta oportunidad murieron unas 350 personas y varias poblaciones y aldeas fueron destruídas dentro de una amplia región comprendida entre Tovar y Mérida por el sureste y la zona sur del Lago de Maracaibo por el noroeste. En esa oportunidad fueron destruidas las poblaciones de Tovar, Santa Cruz de Mora, Mesa Bolívar, Chiguará y Mérida, por mencionar sólo las más importantes. El área de daños de este evento fue calculada por Centeno Grau (1.940) en unos siete mil kilómetros cuadrados, abarcando desde Trujillo en Venezuela, donde se derrumbó la torre de la iglesia de San Francisco, hasta cerca de Pamplona (en Colombia), siendo especialmente intenso en la región comprendida entre Bailadores y Tabay (en ambas pueblos se derrumbaron las iglesias). 

En el presente, toda la zona de fallas de Boconó, desde la depresión del Táchira en su extremo suroeste hasta el Mar Caribe al noreste, es sismicamente activa. La mayoría de los eventos más grandes se alinean bien con la traza principal de la Falla de Boconó, mientras que los más pequeños, asi como unos pocos grandes, estan dispersos dentro de un corredor de varias decenas de kilómetros de ancho, adyacente a esta traza, lo que indica que muchas de sus fallas subsidiarias son igualmente activas. La mayoría de los terremotos registrados a lo largo de la traza principal de la falla son eventos superficiales (profundidad promedio de unos 15 km). Las profundidades tienden a crecer para los eventos más grandes hacia el noroeste (cuenca del Lago de Maracaibo) y hacia el sureste (cuenca de Barinas) de la zona de fallas de Boconó, alcanzando profundidades que llegan a superar los 40 km. Hacia el extremo suroeste de los Andes Venezolanos, ya en territorio colombiano, existe una zona sísmica de profundidades intermedias ( ~ 160 km), debajo del extremo norte de la Cordillera Oriental de Colombia y la Sierra de Perijá, cerca de la ciudad de Bucaramanga, que incluye una notable concentración de eventos conocida como el Nido o Foco de Bucaramanga (Schneider, Pennington and Meyer, 1987). Muchos de los eventos de esta fuente sísmica son registrados casi a dario en las estaciones sismográficas del Occidente de Venezuela, con tal constancia y precisión que en repetidas oportunidades se ha sugerido utilizar el Nido como una fuente controlada para estudios corticales en ambos países. 

La distribución espacio-temporal de la sismicidad en la región señala que la actividad más intensa está ubicada hacia el extremo suroeste de la zona de fallas de Boconó, especialmente entre las ciudades de San Cristóbal (frontera con Colombia) y Mérida. La mayoría de los terremotos más grandes han ocurrido en este segmento. Durante los últimos 150 años una zona de calma sísmica pareciera haber existido en la parte central de los Andes Venezolanos, aproximadamente entre las ciudades de Mérida y Boconó (~ 130 km), donde no se han registrado sismos mayores desde aproximadamente 1830. 

El registro de la actividad sísmica mediante redes sismográficas locales durante los últimos 12 años, muestra que en la actualidad la actividad microsísmica ocurre, fundamentalmente, a través de tormentas locales que tienden a durar alrededor de 2 ó 3 meses. Durante estas tormentas, decenas de microsismos alcanzan a ser registrados, permitiendo la elaboración de modelos sismotectónicos locales (Laffaille y Estevez, 1986). 

El estudio de los mecanismos focales para eventos regionales (Molnar and Sykes, 1969; Isacks and Molnar, 1971; Dewey, 1972; Pennington, 1981) sugiere un fallamiento predominantemente lateral derecho a lo largo de la traza principal de la Falla de Boconó y fallamiento de empuje en sus flancos. Estos mismos mecanismos tienden a indicar un esfuerzo compresional promedio orientado aproximadamente en dirección este-oeste. Todos estos resultados apoyan la hipótesis de que la tectónica actual de la región está controlada, fundamentalmente, por un movimiento hacia el este de la Placa del Caribe en relación a la Placa Suramericana. Otros mecanismos focales, calculados por Laffaille (1981) y Laffaille y Estevez (1986) para eventos de menor magnitud dentro de la Zona de Fallas de Boconó, muestran soluciones correspondientes a una gran variedad de fallamiento normal e inverso, asociado a fallas subsidiarias y, particularmente, a cuencas de tracción y zonas de compresión, comunes en esta región. 

Varios autores han estimado períodos de retorno para la ocurrencia de sismos dentro de la Zona de Fallas de Boconó. Comparando el desplazamiento de rasgos geomórficos con el desplazamiento correspondiente a una magnitud Richter dada, Cluff y Hansen (1969) y Schubert (1982) estimaron períodos de retorno de alrededor de 200 años para terremotos de magnitud 8. Por otra parte, basándose en la pendiente de la Curva Frecuencia-Magnitud Gutemberg-Richter (valor b), Cluff y Hansen (1969) obtuvieron intervalos de recurrencia de 200, 34 y 7 años para eventos de magnitudes 8, 7 y 6 respectivamente. Para este mismo rango de magnitudes, Aggarwal (1981) obtuvo valores de 430, 70 y 11 años respectivamente. Finalmente, considerando todo el intervalo de tiempo desde 1600 hasta 1980 y siguiendo un método propuesto por Steep (1972), Rengifo y Estevez (1987) obtuvieron valores de 460, 60 y 8 años para las mismas magnitudes. Estos resultados y consideraciones, más los obtenidos por Larotta en 1976, indican que la Zona de Fallas de Boconó debe ser clasificada como muy activa y potencialmente peligrosa. Probablemente el mismo tipo de razonamiento llevó a varios especialistas del Lamont-Doherty Geological Observatory de la Universidad de Columbia, USA (Lynn Sykes, Andrew Murphy, Beth Israel e inclusive su director Manik Talwani) a escribir un informe en Mayo de 1978, donde escribieron que "... La Falla de Boconó define una región donde podría esperarse un gran terremoto en el futuro, y el occidente de Venezuela debe ser considerado como una zona de alto riesgo sísmico" (traducción libre). 

FUNDACIÓN PARA LA PREVEN-CION DEL RIESGO SISMICO DEL ESTADO MERIDA (FUNDAPRIS) 

En Mayo de 1979 el gobierno regional del Estado Mérida creó la "Comisión Especial Asesora para la Prevención del Riesgo Sísmico" (CEAPRIS) como un organismo oficial de asesoramiento profesional en materia de riesgo sísmico. Este organismo fué concebido como una comisión sin fines de lucro, integrada por especialistas voluntarios para ayudar a las entidades oficiales, públicas y privadas en la materia. En el año 1993 CEAPRIS se transformó en una Fundación (FUNDAPRIS), con las mismas características de la anterior Comisión, pero con personalidad jurídica propia y mayor autonomía económica y operativa. Desde su creación como CEAPRIS, FUNDAPRIS ha desarrollado su actividad en 4 áreas de trabajo: 

1. Educación y Capacitación 
2. Construcciones Civiles y Planificación Urbana 
3. Estudio y Zonificación de Peligros Naturales 
4. Manejo de Desastres Sísmicos 
Con el objeto de planificar, implementar y coordinar programas específicos en relación a cada una de esas áreas, FUNDAPRIS tiene una Junta Directiva integrada por 5 personas (con sus respectivos suplentes), conformada por representantes de la Oficina Regional de Defensa Civil, de la División Regional de Geología del Ministerio de Minas e Hidrocarburos, del Departamento de Estructuras e Ingeniería Sismoresistente de la Facultad de Ingeniería de la ULA, del Laboratorio de Geofísica de esa misma institución y de la Zona Educativa # 12 del Ministerio de Educación. 

Los programas en el área de Educación y Capacitación, incluyen la organización de cursos especializados y talleres de entrenamiento en la materia (usualmente 1-2 por año) para profesionales de carreras afines: ingenieros, arquitectos y maestros de obra ("Interpretación, aplicación y reforzamiento de las normas antisísmicas de construcción", "Evaluación pre y postsísmica de edificaciones", "Construccio-nes antisísmicas en zonas urbanas y rurales", etc.), médicos y personal para-médico ("Medicina de desastres"), defensa civil, bomberos y grupos voluntarios de rescate ("Rescate en espacios confinados"), etc. En el caso de las Asociaciones de Vecinos, se ha diseñado un Curso de Autoprotección Civil que en 40 horas entrena a los residentes de un barrio en primeros auxilios médicos, triaje de heridos, operaciones de rescate, manejo de incendios, etc. Este último programa no ha resultado muy exitoso debido al caracter inestable de las organizaciones vecinales locales. 

Particular atención merece nuestro programa educativo en las escuelas elementales y secundarias de la región, probablemente el más exitoso de todos. Durante los últimos 6 años el Ministerio de Educación nos ha permitido introducir cambios en los programas docentes de estos planteles para enseñar tópicos tales como: identificación y caracterización de los peligros naturales, particularmente el sísmico, en la región de los Andes Venezolanos; evaluación de la seguridad de las viviendas y del sitio donde estan ubicadas, comportamiento humano en caso de desastres, ejercicios de evacuación, primeros auxilios y otras técnicas de autoprotección ciudadana. Adicionalmente el Ejecutivo Regional aprobó una legislación específica que le confirió carácter de obligatoriedad a la docencia de estos tópicos en todas las escuelas básicas del Estado Mérida. Para este programa FUNDAPRIS preparó un extenso manual dirigido principalmente a los maestros y profesores con los temas a ser tratados, insistiendo en los ejercicios prácticos, simulación de escenarios de desastres y aspectos metodológicos de la enseñanza. Por otro lado, varias veces al año (entre 4 y 5 veces, dependiendo de las características del año escolar) se organizan talleres de dos días de duración a objeto de actualizar a los maestros en estos tópicos, discutir con ellos aspectos metodológicos, procedimientos de evacuación en cada plantel y evaluar la marcha general del programa. Actualmente la Zona Educativa # 12 ha asignado dos maestros de manera permanente a este programa, con la finalidad de que sea posible realizar un seguimiento constante de los avances del mismo. 

En materia de Construcciones Civiles y Planificación Urbana, la atención principal se ha dirigido a la evaluación pre-sísmica y al reforzamiento de edificaciones estratégicas y de otras construcciones civiles de interés social: hospitales, centros educativos, estaciones de bomberos, líneas de servicios públicos, vías de comunicación, telecomunicaciones, iglesias y otros edificios de interés histórico o cultural. 

Este trabajo, ya implementado en la ciudad de Mérida, concluye con un informe escrito donde se evalúa tecnicamente la edificación en base a las normas antisísmicas vigentes y se adelantan consideraciones acerca del comportamiento probable de la edificación en caso de un terremoto fuerte y recomendaciones para su reforzamiento. Cuando el caso lo amerita se incluye, adicionalmente, un estudio geotécnico del terreno donde está ubicada la edificación. Tambien se ha realizado un gran esfuerzo en materia de definición, interpretación y aplicación de códigos y normas antisísmicas de construcción. Finalmente se adelanta un trabajo en el estudio y reforzamiento de la vivienda popular urbana y rural, asi como en el diseño de alternativas antisísmicas, usando los mismo materiales y técnicas tradicionales. 

En cuanto al área de Estudio y Zonificación de Peligros Naturales, la meta es la caracterización y zonificación de estos peligros, con particular énfasis en la amenaza sísmica. Como producto de este trabajo se han producido una serie de mapas para las ciudades más grandes y pobladas de la región y sus alrededores, a escala 1:25.000 y más recientemente 1:10.000, donde las amenazas naturales más importantes asociadas a esos centros urbanos se detallan. Como un complemento de importancia primaria, FUNDAPRIS tiene como meta fundamental la instrumentación de la región con el objeto de caracterizar y, de ser posible, predecir la ocurrencia de desastres naturales. Particular interés se ha puesto en la instalación y operación de redes regionales de estaciones sismográficas y acelerográficas. En el presente FUNDAPRIS , conjuntamente con el Laboratorio de Geofísica de la Universidad de los Andes, opera una red telemétrica de 12 estaciones sismológicas, que cubre más de 300 km a lo largo de los Andes Venezolanos, asi como unas 6 estaciones acelerográficas ubicadas en la ciudad de Mérida. La Red Sismográfica de los Andes Venezolanos (REDSAV) tiene cobertura sobre gran parte del estado Mérida y parcialmente sobre los estados Trujillo, Zulia, Barinas y Táchira. Funciona continuamente desde el año 1.981 y actualmente se adelantan gestiones para modernizar sus equipos y adquirir nuevas estaciones a fin de mejorar su cobertura para extenderla a casi todo el occidente del país. El funcionamiento continuo de esta red hubiera sido muy difícil sin el aporte de FUNDAPRIS, que ha tomado como proyecto el mantenimiento de ella y la interpretación diaria de la información recabada por sus estaciones. En un futuro se prevé instalar, igualmente, inclinómetros, estaciones geodésicas y otra instrumentación especializada para monitorear movimientos del terreno, particularmente en zonas de deslizamientos potenciales que representen peligros importantes para la población, vías de comunicación y otras obras civiles de importancia. En este sentido particular interés nos merecen los bordes de las terrazas habitadas a lo largo de la Zona de Fallas de Boconó. 

Finalmente, el objetivo central en el área de Manejo de Desastres Sísmicos es apoyar las iniciativas que conduzcan a elaborar planes de emergencia capaces de enfrentar con éxito un gran terremoto en la región. En particular, actualmente se adelantan dos programas educativos en este aspecto: Los Talleres de Desalojo de Edificaciones Escolares y El plan de Educación Masivo para la implementación de Planes de Emergencia Familiares. Esta tarea ha sido asumida por organismos integrantes de FUNDAPRIS, tales como la Defensa Civil, los Grupos Voluntarios de Rescate y personal del Laboratorio de Geofísica (ULA). 

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